22 ago 2011

El silfo Ariel


Escuchadme bien, chicos. Voy a presentaros al silfo Ariel. ¿Qué que es un silfo? Ah, sí, se me olvidaba explicaros lo que es. Es un genio del aire que va  de un lado a otro gracias a los vientos de oeste y se encarga de proteger a las personas. Es como una especie de ángel de la guarda. En esta ocasión está encargado de proteger a Belinda, una chica de pelo rubio dorado como el sol con unos hermosos bucles que son la envidia de las demás. Pero eso no es lo malo. No. Lo peor es que cierto caballero ha apostado a que es capaz de cortárselos. Ariel la ha avisado en sueños, y ahora espera que recuerde lo que le ha dicho. La puerta se abre y su doncella entra en la habitación para arreglarla. Pero lo que Belinda no sabe es que quienes la arreglan en verdad son los propios silfos con la ayuda de los gnomos.
            - Adelante chicos. Es hora de arreglar a Belinda –grita Ariel a sus ayudantes.
            Al instante un grupo de más de veinte personajes diminutos se encargan de peinar, maquillar, y vestir a Belinda. Cuando se ve hermosa y radiante delante del espejo los gnomos dan por concluido su trabajo.
            Una vez arreglada sale al jardín de su casa de campo. Allí se encuentran los muchachos jugando, y uno de ellos se ha fijado en sus bucles. Éste ha pedido al dios del amor que le ayude a conseguirlos, y que Belinda se enamore de él. Ariel intuye que algo va a pasar y ordena a sus amigos que la vigilen atentamente.
            - Atención muchachos. Id y vigilad las joyas, el pelo, los adornos. Todo, pues me temo lo peor –les dice con gesto de preocupación.
El caballero invita a Belinda a jugar una partida de cartas en las que se sitúan los silfos. A medida que avanza la partida la muchacha se siente más y más confiada en sus posibilidades de victoria. Coquetea con él, y éste la corresponde con sonrisas y miradas llenas de amor. Pero cuando la partida finaliza el caballero se siente algo molesto con la victoria de ella
- Sois una mujer con suerte –le dice el caballero.- Espero que yo la tenga en mi propósito.
- Oh, ya veréis como la suerte os sonreirá en todos vuestros proyectos –le comenta Belinda sonriendo.
Es entonces cuando el caballero decide que ha llegado el momento de cortarle el bucle en señal de revancha por la partida. Invita a Belinda a chocolate y cuando ésta se encuentra tomándolo, ¡zás! coge unas tijeras e intenta cortárselo. Ariel se agita y apremia a su colaboradores a que hagan algo.
- Vamos, vamos, rápido. Detenedlo.
Pero todo es inútil. Ariel mira en el fondo del pecho de Belinda, y descubre que está enamorada del caballero. No hay nana que hacer. Ariel se lamenta pues su advertencia en sueños no ha servido de nada. Pero, oh, se enfurece por haberle cortado el bucle, mientras el caballero lo muestra a los demás orgulloso por su victoria. Los silfos abandonan a Belinda pues han fracasado y Ariel, con la ayuda de sus amigos los gnomos viaja a la cueva de la Tristeza, donde habita Melancolía. Sentadas a ambos lados se encuentran Dolor y Jaqueca.
- ¿Qué quieres Ariel? –le pregunta con voz quejumbrosa Melancolía.
- He de ver a la reina Caprichosa. Es muy importante.
- ¿Para qué quieres ver a su majestad?.
- Necesito que acepte a una persona.
Melancolía decide dejarlo pasar una vez que Ariel le ha contado la historia de Belinda. Al llegar ante la reina ésta se muestra enfadada pues ya conoce lo ocurrido.
            - Ya sé lo que vienes a pedirme.
            - Veréis majestad...
            - Esa muchacha malcriada. Toda la vida cuidando su pelo radiante y dorado como los rayos del sol para después acabar dándoselo al primero que la engatusa.
            - Bueno, majestad... yo. Vengo a pediros que la perdonéis y que la aceptéis de nuevo como súbdita vuestra. De manera que si pudieseis entregarme un saco lleno de llantos y sollozos.
            La reina Caprichosa puso cara de pocos amigos pero finalmente aceptó la propuesta de Ariel. Le entregó un saco de lágrimas y sollozos para que lo arrojara sobre la linda muchacha. Cuando Ariel volvió junto a Belinda la encontró aún enfadada con el caballero pero sin soltar ni una sola lágrima.
            - Esto lo arreglo yo ahora mismo –se dijo Ariel vertiendo el contenido del saco sobre la muchacha quien al instante cambió de humor.
Belinda se acuerda de lo que le ha pasado y como ha cuidado durante años su pelo para que al final haya acabado así. Se consuela junto a su prima Sofía y ambas urden plan para recuperar el bucle. Es su amiga quien decide visitar al caballero y exigirle  el bucle. Pero el caballero no está muy de acuerdo con ello.
- No, no. El bucle es mío. Aposté a que lo conseguiría y aquí está –dijo mostrando una pequeña cajita de terciopelo rojo en cuyo interior descansaba el codiciado bucle.
 Cuando Sofía se lo cuenta a Belinda, ésta, llena de rabia decide vengarse del caballero. Es entonces cuando para hacerle ver que no le guarda rencor decide invitarlo a tomar café. Rodeándola vuelve a estar Ariel y su grupo de amigos los gnomos dispuestos a recuperar el preciado bucle. Belinda le pide que le deje ver el bucle por una última vez.
- ¿Podríais mostrarme el bucle por última vez? –le pide con  voz y gesto triste.
El caballero creyendo en su palabra acepta a enseñárselo. Cuando por fin lo ve, Belinda abre su polvera para maquillarse y sopla con todas sus fuerzas en la cara del caballero. Éste, cegado por los polvos, suelta el bucle y desaparece. Los gnomos, han sido los causantes de tal acción. Ellos han sido los encargados de soplar los polvos para entretener al caballero, mientras Belinda cogía el bucle. Pero nada más lejos de la realidad, amigos. El bucle no aparece por ningún sitio. Y no aparecerá pues ha subido al lugar donde descansan los corazones de los amantes: al cielo. Ariel entonces sube raudo y veloz  para preguntarle a una de las  siete musas si lo ha visto.
            - Amiga Musa, ¿no habrás visto un bucle dorado, verdad?.
            - Si Ariel. El bucle que buscas ha subido al cielo y se ha convertido en una estrella.
            Ariel sonríe pues comprende de inmediato lo que eso significa y decide echar un último vistazo a la Tierra. En ella, ambos enamorados han olvidado sus riñas y enfados. Ambos  han entrelazado sus manos y se están mirando a los ojos como dos enamorados. En el cielo, una nueva estrella brilla. El bucle de Belinda. 

Cuentosglobales.com, (17.02.2008)

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