26 abr 2013

Antología La llave ya está disponible.

Ya está aquí la antología La llave publicada por Elle Levy en http://www.kissabookblog.com/. Ha sido un verdadero placer colaborar una vez más, ya lo hice en la antología Seda y fuego, y estoy seguro que no será la última. También quiero aprovechar la ocasión para dejaros el que ha sido mi relato. Espero que disfrutéis con la antología.



La boda estaba en su mayor apogeo. Hacía rato que los invitados ya habían comenzado a bailar al son de un grupo de mariachis contratados para tal ocasión. La pareja de novios lo hacía entre aplausos, vítores de felicidad, y sonrisas. En una mesa dos personas charlaban de manera cordial, relajada, sin prestar atención a lo que se desarrollaba en el jardín de la casa, donde se había celebrado la ceremonia.
-Pensé que no vendrías. La verdad, ha sido toda una sorpresa encontrarte – comentó la mujer de ojos oscuros y mirada curiosa al chico sentado a su lado.
-Entonces es que me conoces mal.
-Sin duda. Pegarte la paliza de viaje que te has dado para estar hoy aquí. ¿Lo has hecho por ella? –le preguntó con un toque de curiosidad, intriga y expectación por su respuesta, al tiempo que volvía su mirada hacia la novia.
Él sonrió burlón, cínico, mientras apuraba su copa de champán.
- Nunca se me pasó por la cabeza no venir.
- Pensé que tal vez…
-Nos distanciamos. Eso es todo –le dijo anticipándose a su pregunta, la cual intuía.
-¿Desde que nos licenciamos? –El tono de extrañeza por este hecho lo sorprendió.
-Cada uno siguió su camino. Postgrados, masteres, becas, prácticas –le enumeró mientras se encogía de hombros y ponía cara de circunstancia.- Teníamos un brillante provenir, y ganas de comernos el mundo. Sin ataduras. Sin sacrificios.
-Me choca que después de los años que estuvisteis juntos, pudierais distanciaros como lo hicisteis.
-Escucha Megan –le dijo llamándola por su nombre por primera vez, al tiempo que se incorporaba en la silla para mirarla fijamente- son cosas que suceden.
-¿Tienes pareja? –le preguntó de manera directa mientras sus cejas subían y bajaban de manera insinuante. Le arrancó una sonrisa que derivó poco a poco en una carcajada.
-¿Me estás tirando los tejos? –le preguntó con su habitual toque burlón, pero sintiendo que ella hablaba en serio. Creía que sabía que estaba solo. Cada vez que iba  a visitarlo a Bruselas, siempre lo veía solo. ¿Por qué ahora se lo preguntaba?
-Sólo quería saber tu situación sentimental. Nada más. Nunca me sentiría interesada por ti –le dijo entre risas, aunque la verdad era otra.
-Gracias por el cumplido –dijo alzando su copa a modo de brindis.- Pero, a lo mejor puedo hacerte cambiar de idea. ¿Quieres bailar?
-¿Un mariachi? –le preguntó sorprendida por su invitación mientras le sonreía por la propuesta que acababa de hacerle. Pero cuando vio que se levantaba y se dirigía hacia ella decidido, no le quedó duda de ello. ¡La estaba invitando a bailar! Nunca durante los años que se conocían lo había hecho.

Lo siguió hasta la improvisada pista de baile, donde las parejas seguían bailando y cantando. Megan dejó que sus manos rodearan su cintura, provocándole un repentino pálpito, un pronunciado escalofrío, y que la meciera al sonido de las guitarras y lo violines del grupo. Bailaron y rieron ajenos a las miradas y comentarios de los demás. Por un momento, Megan soñó con que aquel baile no fuera algo pasajero; quería que fuera algo más. Se sentía atraída por él desde hacía años, y podría decir que había acabado enamorándose durante sus continuas visitas a Bruselas. Pero no tenía el valor para confesarlo, ni siquiera aún sabiendo que él estaba solo allí. Lo curioso, después de todo, era que entre ellos dos si había habido una estrecha amistad. Ella se había encargado de mantener el contacto, y había comenzado a visitarlo en su casa de Bruselas. ¿Locura? ¿Estupidez? ¿O simplemente se dejaba llevar por su corazón? En cualquier caso lo había hecho y cuando supo que vendría a la boda de su amiga en común, y ex de él sintió que el estómago le daba un brinco.
-Eres bueno bailando para ser un hombre –le dijo mirándolo con gesto risueño en su rostro.
-Eso es todo un cumplido viniendo de tu parte. Al parecer ya he conseguido que te fijes en mí.
Sintió su mirada fija en él. Sus ojos refulgiendo con gran intensidad, su sonrisa risueña. Lo achacó a la bebida más que a otra cosa. Le gustaba la manera en que lo miraba, como su cuerpo se acoplaba al suyo en esos momentos, como sus manos lo acariciaban. ¿Por qué se estaba fijando en esos detalles en ese momento? ¡Por favor ella había dormido en su casa, habían compartido días en Bruselas! Nunca la había visto así. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué la había invitado a bailar cuando él era bastante malo haciéndolo?

La canción terminó y mientras la gente aplaudía ellos permanecían mirándose fijamente como si estuvieran completamente solos. Hubo de desviar la mirada cuando sintió que los ojos negros de Megan lo miraban con tal intensidad, que llego a creer que sabía lo que había estado pensando de ella.
En ese momento, Ariadna se acercó hasta ellos para saludarlos. Megan la contempló acercarse hasta Cris para darle dos besos, y sintió una punzada de celos.
-Pensé que no vendrías.
-¿Tú también? –le preguntó sorprendido.- Megan también pensaba que no lo haría.
La sorprendió volviéndose para mirarla mientras le tendía la mano y ella en un impulso sin explicación la tomó. Durante unos segundos sus manos permanecieron unidas como si ellos dos hubieran acudido juntos. Como si en verdad… Y cuando Ariadna bajó la mirada hacia estas, Cris no la soltó sino que pareció que la retenía contra la suya.
-¿Bailamos? –le preguntó de manera directa.- ¿Te importa si te lo robó unos minutos? –le preguntó a Megan esbozando una sonrisa de complicidad. Se quedó callada, cortada, sin saber qué decir. ¡Pensaba que estaban juntos!
-Vuelvo en seguida –le dijo Cris sonriéndola de manera dulce mientras le guiñaba un ojo.
Los vio alejarse mientras una extraña mezcla de sentimientos se adueñaban de su ser. ¿Ariadna pensaba que estaban juntos? ¿Y Cris? ¿A qué había venido su sonrisa y su guiño? Sin duda que deseó que la canción terminara antes de empezar.
-¿Bailas?
La pregunta la cogió desprevenida. Ante ella se encontraba un hombre apuesto que la miraba como si le implorara que aceptara el baile. Megan seguía tan confundida por todo lo que estaba sucediendo, que asintió sin pensarlo.

-Te noto cambiado –le comentó Ariadna cuando estuvieron a solas.
-Pues yo me veo igual que siempre.
Ariadna sonrió burlona, como si no se acabara de creer sus palabras.
-Celebro que hayas venido. En serio. Pensé que tal vez…
-¿Estuviera molesto porque te casabas? –le preguntó sorprendido.
-Bueno, todo este tiempo sin apenas tener contacto… No sé si hice lo correcto en invitarte.
Cris sonrió cínicamente porque acababa de encontrar sentido a su presencia allí cuando desvió la mirada para encontrar a Megan bailando con otro hombre. Sus miradas se cruzaron por un breve instante pero para Cris fue como una revelación.
-¿Estás con Megan?
Cris miró a Ariadna como si acabara de decirle la verdad que durante los últimos meses había permanecido oculta en el interior de su corazón.
-Sé que ha acudido a Bruselas bastante a menudo. Y puedo aceptar que le guste el chocolate, los gofres, la Grand Place, la arquitectura, pero ¿tanto cómo ir siempre que tiene tiempo libre?
Cris sacudió confundido su cabeza, por aquella pregunta. Sin embargo, sabía que las continuas apariciones de Megan en Bruselas no eran una casualidad.
-¿Qué hay entre vosotros?
-¿Qué quieres que haya? Nada. Una buena amistad.
-Pues ella no es lo que quiere –le dijo cuando la canción hubo terminado.

Cris la esperó sin motivo aparente. La siguió con la mirada mientras ella caminaba en su busca enfundada en aquel vestido color Burdeos, que resaltaba su figura. La vio acercarse con una sonrisa que le gustó. ¡Le gustó que le sonriera!
-Dime una cosa.
-Adelante.
-¿Por qué vienes a verme a Bruselas? –le preguntó burlón, mientras fruncía el ceño y la miraba como si la estuviera acusando de haber cometido algún delito.
Megan se quedó paralizada por su pregunta. La verdad era que no se la esperaba. Ni mucho menos. Pensó que tal vez se hubiera dado cuenta de ello. Pero al parecer no había sido así.
-Pues porque somos amigos desde hace mucho tiempo. No llevamos bien, y…-Titubeaba sin saber qué más poder decirle. No quería confesarle en verdad lo que sentía, o porqué iba a verlo.- ¿Y tú? ¿Por qué me dejas dormir en tu casa, porqué estás pendiente de mí cada vez que voy a verte? –le preguntó alzando la voz enfurecida por la situación. Estaba cabreada con él.- ¿Por qué me preguntas cuando voy a volver?
El tono de esta última pregunta fue más comedido, pero igual de intenso que en las anteriores. Megan lo miró fijamente esperando su respuesta, mientras sus labios permanecían entreabiertos. Le costaba respirar en esos momentos tan complicados.
-Yo no te voy a responder. Ven.
La cogió de la mano una segunda vez y la situó el centro de la pista de baile improvisada en el jardín. Luego se acercó hasta el grupo de cantantes y tras intercambiar  algunas palabras regresó junto a Megan. Todo el mundo permanecía expectante. Ariadna sonreía porque o mucho se equivocaba o sabía lo que iba a hacer Cris. Megan lo miraba confundida, y a la vez sentía algo de vergüenza por ser el centro de todas las miradas.
La música arrancó mientras Cris se quedaba mirando fijamente a Megan. Extrajo una llave del interior de su chaqueta y la depositó en la palma de su mano mientras él cantaba al son de las guitarras y violines:

-Aquí tienes la llave de mi alma. Puedes entrar a la hora que tú quieras. Para que veas si hay alguien en el mundo que pueda darte lo que yo quisiera…

Megan no podía creer lo que le estaba sucediendo. ¿Cris se había vuelto loco? ¡Le estaba dedicando una canción! ¡No. Se la estaba cantando!

-… Pero qué quieres que yo haga vida mía. Si el corazón no ve, tan sólo siente.

La gente comenzó a aplaudir y silbar la actuación de Cris mientras Megan sentía que su corazón se disparaba dentro de su pecho hasta el punto que creyó que le explotaría. ¡Se había vuelto loco, definitivamente loco! ¡Sí, pero por ella! Sintió que la vista se le nublaba, y que la emoción la sobrecogía. Apretó fuertemente la llave en su mano para no perderla y después rodearlo con sus brazos y besarlo efusivamente sin importarle el resto de invitados.
-Estás loco –le dijo en sus propios labios mientras la canción seguía de fondo, pero para ella había pasado a un segundo plano.- Estás loco, pero me ha gustado.
-Me alegro. Ahora ya sabes por qué te preguntaba si irías a verme.
Megan sonrió mientras miraba la llave.
-¿Pretendes que la use?
-Espero que la próxima vez que vayas a verme uses la llave para entrar en casa. Pero no la uses para irte –le susurró provocándole un pálpito de felicidad.

10 comentarios:

  1. Me encanta tu relato, Kike, te ha quedado genial, muy romántico, felicidades. Me ha encantado formar parte de esta antología y compartir páginas con tantos autores talentosos.

    Besos.

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    1. Gracias Aglaia, siempre trato de dotarle de mucho romance a la historia. Siempre que pueda colaboraré en antologías.

      Besos

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  2. Te felicito Kike y a todos los demás que han colaborado.

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  3. ¡Felicitaciones Kike! Maravilloso relato. Fue ameno leerte y entretenido. Me ha gustado muchísimo. El final sin palabras. ¡Muy bueno!
    Un abrazo. Lou

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    1. Gracias Lou, siempre buscó crear romanticismo y que a la persona le quede una buena sensación. Lo cierto es que tenía clara la historia y gracias a un mariachi jajajajja

      Un abrazo
      Kike

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  4. Hola, llevo leídos unos 10 relatos y la cosa está genial, todavía no llegué al mío, pero me da a mí que va a cantar como una oveja negra entre las demás :)

    A todo esto, que todavía no puse lo de La Antología en mi blog.
    Voy a ello.
    Saludos y ole por vosotros.

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    1. Hola EldanY gracais por pasarte y espero que te gusten todos. ¿Por qué dices eso del tuyo? Seguro que está genial

      Saludos y ole por ti
      Kike

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  5. Felicidades por el relato, esta genial... Cuando tenga tiempo leeré el librillo. Un besazo.

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    1. Hola Tamara gracias por pasarte, y me alegra que te guste el relato

      Un besazo

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