Tras su experiencia con la novela histórica Cabo
Trafalgar, Arturo Pérez-Reverte vuelve a confeccionar una historia de
nuestros días con su nueva novela El pintor de batallas. Una novela en
la que el personaje, Andrés Faulques, se encierra en una atalaya, que en otros
tiempos fue refugio de piratas y corsarios berberiscos, para pintar un gran
mural. Un mural en el que va a representar una batalla. Faulques es un
ex-reportero fotográfico de guerra que ha decidido abandonarlo todo para
entregarse de lleno a la pintura. Es un tipo solitario que a penas se relaciona
con la gente del pueblo de Punta Umbría salvo para satisfacer sus necesidades
más básicas, como son la alimentación y el suministro de material para
continuar con su obra. Faulques ha vivido muchas guerras dada su profesión, la
cual se asemeja bastante a la que durante años llevó el propio Arturo, esto es,
corresponsal de guerra. Parece que su retiro en esa atalaya abandonada es una
especie de huida de ese mundo cruel que representa la guerra. Un refugio en el
que se siente seguro. Alejado del mundo que le rodea, y al cual piensa que no
puede alcanzarle su pasado. Sin embargo, el destino le reserva una inoportuna
sorpresa en la persona de Ivo Markovic. Un croata que ha sobrevivido a la
guerra de los Balcanes y que ha decidido buscarlo debido a una fotografía que
el propio Faulques le hizo hace años. Pero la sorpresa es mayúscula cuando el
propio Ivo le comunica a Faulques que lo ha buscado para matarlo por aquella
foto. Una fotografía que dio la vuelta al mundo, y permitió a Faulques recibir
un premio. Y a Markovic una vida llena de penurias. El personaje del croata no
es otra cosa que el propio pasado de Faulques que lo atormenta a la manera que los
espíritus navideños de Dickens hacen con el señor Scrooge, y le recuerdan lo
que ha hecho. No obstante, antes de matarlo, Ivo quiere conocer mejor a su
víctima, y es por esto que se entable una relación amistosa entre ambos. Ivo
abre viejas heridas ya cicatrizadas en la persona de Faulques. Le hace
rememorar etapas de su vida pasada que el pintor de batallas había encerrado
para siempre en su interior. En especial la relacionada con Olvido Ferrara, la
fotógrafa de revistas de moda que un buen día lo dejó todo para marcharse con
Faulques. El propio nombre de Olvido resulta una paradoja, ya que el pintor no
ha podido olvidarla. Una mujer que hasta conocer al pintor había vivido en un
mundo color de rosa ajena a la cruda realidad que se vislumbra a través de una
cámara. Había sido educada en el glamour y en la opulencia de la clase alta.
Tal vez por eso lo que más llama la atención a Olvido del pintor es que sólo se
dedique a fotografiar gente que va a morir ajusticiada, o a aquellas personas
que están siendo linchadas o torturadas. Lo llega a calificar como el cazador
de cadáveres. No fotografía otra cosa. Es por ello que pinta batallas en el
mural de la atalaya. Porque no conoce otro mundo. Otra historia que la de las
guerras en los Balcanes, en Líbano, en Palestina, en África...
Pero al mismo tiempo que Ivo quiere
conocer al pintor, él mismo le cuenta su propia historia. La guerra de los
Balcanes vista desde el otro lado. Él como croata ha experimentado los horrores
y atrocidades cometidas por los serbios, pero al mismo tiempo de sus
compatriotas: violaciones, asesinatos, incendios. Le cuenta como perdió a su
mujer y a su hijo; o como sobrevivió a un campo de prisioneros. En este sentido
las descripciones que ofrece el personaje del croata son el fiel reflejo de las
experiencias vividas por el propio escritor en su dilatada carrera de
corresponsal de guerra. Aquí Arturo traslada su experiencia a la ficción. Pero
poco hay de ficción en la novela pues ésta se nutre de elementos históricos
reales vividos en primera persona o contados por terceras. Quien mejor que el
propio escritor para relatar por boca de Ivo y del propio Faulques lo que fue
la guerra de los Balcanes. Es por ello que aprecio ciertos rasgos de Arturo
Pérez-Reverte en ambos personajes. Siempre se dice que un escritor por escribe
sobre experiencias vividas. Y aquí tenemos un buen ejemplo. El trasfondo de la
novela.
Faulques ha cambiado la cámara de fotos por la pintura
aunque sigue representando lo mismo. Sigue viendo batallas. Así mismo ha
cambiado la fotografía por la pintura. Un arte por otro. Dos maneras de ver la
realidad y de retratarla. Y en medio de todo ello surge la figura de la guía
turística Carmen Elsken. Un soplo de aire fresco en la vida de Faulques. Es el
croata quien lo anima a conocerla, pues le queda poco tiempo de vida. Va a
matarlo. Faulques la invita a contemplar su mural. Charla con ella. Siente
ganas de bajarle los tirantes del vestido, y contemplarla desnuda. La desea. Ha
pasado mucho tiempo desde lo de Olvido.
Por otra parte, el tema de Olvido es
tabú para "El Pintor De Batallas". Sólo él conoce lo que ocurrió en
aquella carretera de Borovo Naselje. Cuando le confiesa la verdad a Ivo éste se
sorprende de que no intentara salvar la vida de la mujer. Y no solo eso, sino
que se detuviera a hacerle una fotografía. Es entonces cuando el croata
comprende que Faulques ya está muerto. Que ha venido a matar a un hombre
muerto. Tal vez por ello reacciona como lo hace. Ha conocido al pintor de
batallas; al fotógrafo, y tal vez se haya descubierto así mismo y que en
realidad no odie tanto a Faulques. Los días que pasan juntos sirven para que
ambos se confiesen y se conozcan el uno al otro, pero también así mismos. El
final de la novela es una despedida. Una despedida sin palabras pues ya se han
dicho todo anteriormente.
A titulo personal diré que me ha parecido entretenida,
y con un cierto toque de intriga por saber qué ocurrirá al final. Se nota la
experiencia propia de Reverte como corresponsal de guerra.
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